Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

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Debate sobre la inflación en Argentina (2)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesContinuación de «Debates sobre inflación en Argentina (1) aquí.

Problemas teóricos

La discusión acerca de las causas de la inflación es, en esencia, un debate sobre teoría del valor y de la acumulación del capital; entendiendo que la teoría del valor incluye tanto la formación de precios, como una determinada concepción del dinero (Marx decía que la teoría monetaria era la verdadera prueba de fuego de una teoría del valor). Por eso, detrás de las explicaciones monetaristas de la inflación -el aumento de precios se debe al aumento de la cantidad de dinero- existe una cierta concepción del dinero (o tal vez, la ausencia del concepto del dinero), así como detrás de la explicación keynesiana -la inflación es el reflejo de una puja distributiva- existe una concepción del precio. Por eso es importante prestar atención a la base teórica del planteo de Manzanelli y Schorr.

Indeterminación de precios en Kalecki

En el artículo publicado por el IADE (ver referencia bibliográfica), MyS explican que el fundamento de su enfoque es la teoría del precio de monopolio de Kalecki. Según MyS, Kalecki “demostró cómo en los mercados altamente concentrados el precio establecido por las empresas oligopólicas (p) tiende a ser más elevado en relación con el costo medio unitario de las restantes firmas, con sus consiguientes derivaciones en materia de apropiación de ganancias extraordinarias”. Luego citan a Kalecki cuando explica que el precio medio es proporcional al costo primo unitario medio, dado el grado de monopolio, de manera que los ingresos brutos y los costos primos guardan una relación estable y creciente o decreciente, según cambie el grado de monopolio (véase p. 28).

Empecemos precisando que Kalecki no “demostró” que los precios establecidos por las empresas oligopólicas tienden a ser más elevados en relación a sus costos medios que en las restantes empresas, sino que lo postuló. Para demostrar, debería haber presentado evidencia de que los sectores más concentrados gozan de tasas de ganancias sistemáticamente más altas; y que en procesos inflacionarios, los precios de los productos de las ramas más concentradas aumentan a una tasa superior de lo que lo hacen los productos de los sectores no concentrados. Kalecki no muestra evidencia de esto, ni la presentaron luego los poskeynesianos. Eichner (1973), por ejemplo, muestra la evolución de los precios de los sectores competitivo y oligopólico, entre 1965 y 1972, para EEUU, y no se ve que los precios de los bienes producidos en las ramas más concentradas hayan evolucionado por encima de los precios de las ramas consideradas competitivas. Es cierto que los segundos oscilan más que los primeros, pero aumentan a la misma tasa promedio. Asimismo, en la primera parte de esta nota vimos que la evolución de los precios industriales en Argentina entre 2001 y 2010, tampoco confirma la teoría kaleckiana. Esto a pesar de que esa serie fue considerada por MyS como representativa de la formación “a lo Kalecki” de los precios oligopólicos. Algo similar se puede decir, en términos generales, sobre la pretendida tasa de ganancia monopólica sistemática en el capitalismo moderno (ver más abajo).

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Más acerca de la competencia

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn esta entrada vuelvo sobre la competencia y su relación con la economía clásica y la teoría neoclásica. Su disparador es la lectura de McNulty (1968), que me lleva a enfatizar un aspecto que estaba implícito en las notas anteriores (ver aquíaquí y aquí), pero no suficientemente explicitado: que la competencia no depende de la cantidad de empresas que operan en una rama. La clarificación de este punto se vincula con la diferencia entre el concepto de competencia en la economía clásica y los neoclásicos. Naturalmente, también se vincula con debates “prácticos”; por ejemplo, sobre las ideas que sustentaron la redacción de la reciente ley de medios en Argentina. Pero en la nota interesan las consecuencias teóricas del asunto.

Competencia en los clásicos y competencia perfecta

McNulty comienza observando que posiblemente no hay concepto en economía más fundamental y extendido que el de competencia, y sin embargo menos satisfactoriamente desarrollado (Marx también observa que los economistas hablan de la competencia pero raras veces profundizan en su contenido y significado).

Por lo general, dice McNulty, se identifica la competencia con una cierta estructura de mercado, concebida en términos de si hay muchos o pocos vendedores. Así, partiendo del monopolio, pasaríamos al duopolio, tripolio, oligopolio, polipolio, hasta llegar a los infinitos vendedores, esto es, la llamada competencia perfecta. Pero si esto es así, tanto en la situación de monopolio como en la competencia perfecta la posibilidad de un comportamiento competitivo está descartado por definición. Lo cual parece claro cuando se habla de monopolio, ya que se identifica a una empresa con la industria. Sin embargo, por lo general se pasa por alto el hecho de que tampoco en la competencia perfecta hay realmente competencia. Es que esta competencia perfecta conformaría una situación en la cual, en palabras de Cournot, el número de empresas ha llegado a ser tan elevado que “los efectos de la competencia han llegado a su límite”. En otros términos, debido al número de empresas, la producción de cada una es despreciable con respecto al producto total de la industria, y puede ser restado sin ninguna variación del precio de la mercancía. Por eso se trata de una situación de equilibrio, en la cual el precio se convierte en un parámetro desde el punto de vista de la empresa individual, y no es posible ninguna actividad de mercado. En consecuencia, no existe competencia. Por eso, para que haya competencia tiene que haber monopolio, al menos temporalmente. Por ejemplo, en una situación “a lo Marx”, cuando una empresa tiene una ventaja competitiva a la que el resto de la rama no puede acceder (al menos no puede hacerlo inmediatamente), y con esa ventaja competitiva influye en los precios. El error de los neoclásicos, observa McNulty, es haber identificado a la competencia con una estructura, que se reduce al número de empresas.

Los autores clásicos, en cambio, no identificaron a la competencia con una estructura de mercado particular, sino con una fuerza, análoga a la fuerza de gravedad en la física. Es que a través de la competencia los recursos gravitan hacia su uso más productivo, y el precio es forzado al nivel más bajo que es sustentable en el largo plazo. Por ejemplo, en Adam Smith la competencia se vinculaba con la fuerza que llevaba al precio del mercado hacia “su nivel natural” y los beneficios hacia un mínimo que permitieran renovar la producción. Por este motivo, Smith no contrastaba la competencia con el monopolio por sí, sino el nivel de precios que resultaba de la presencia o ausencia de la competencia como una fuerza reguladora. El precio de monopolio era el máximo que podía conseguirse, en tanto que el precio natural el menor que podía tomarse. En este enfoque, la competencia no se identifica con el número de empresas (con un estado de mercado, como sucederá en los neoclásicos), sino con la fuerza que empuja al precio natural.

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Written by rolandoastarita

05/12/2012 at 12:02

Competencia «a lo Marx» y monopolio (II)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del jueves(Continúo aquí la nota anterior).

Tendencia a la concentración y contratendencia

Uno de los errores más difundidos es la idea de que la tendencia a la concentración y centralización del capital debía llevar al sistema capitalista a un punto de cambio cualitativo, a partir del cual el monopolio comenzara a prevalecer por sobre la competencia; ese punto, se dice, habría sido alcanzado a fines del siglo XIX. A partir de entonces la competencia habría pasado a un segundo plano. Sería el desenlace natural del impulso a la concentración y centralización del capital (tendencias analizadas por Marx en el capítulo 23 del tomo 1).

El problema con esta visión es que peca de unilateral y mecánica. Lógicamente, no se puede negar que en algún momento el sistema capitalista desemboque en el dominio de los monopolios, pero lo cierto es que hasta el presente la centralización del capital avanzó desplegando tendencias contradictorias. Es que a la par que avanzan la concentración y centralización, también aumenta el número de capitales que entran en competencia. “El incremento del capital social se lleva a cabo a través del incremento de muchos capitales individuales. Presuponiendo que no varíen todas las demás circunstancias, los capitales individuales -y con ellos la concentración de los medios de producción- crecen en la proporción en que constituyen partes alícuotas del capital global social. Al propio tiempo, de los capitales originarios se desgajan ramificaciones que funcionan como nuevos capitales autónomos. (…) con la acumulación del capital crece en mayor o menor medida el número de capitalistas” (Marx, 1999, t. 1, p. 777).

La realidad es que constantemente surgen nuevas ramas de producción donde se generan nuevos capitales. También se incorporan países en los que se desarrolla el capitalismo, dando lugar a la formación de nuevos capitales que compiten en los mercados mundiales. Pero además, en las ramas ya instaladas, el cambio tecnológico con frecuencia favorece la aparición de capitales que presentan batalla exitosamente a los antiguos, especialmente si éstos deben soportar altos costos para mandar a desguace equipos y máquinas obsoletas. Por eso, se trata de dos tendencias, a la centralización y concentración, por un lado, pero también al surgimiento de nuevas unidades del capital. Como resultado, la ley del valor opera a escala cada vez mayor. En la medida en que los capitales crecen por la concentración y centralización, tienen más poder para incursionar en nuevos mercados. Y constantemente aparecen nuevos competidores, adquiriendo la lucha competitiva dimensiones mundiales.

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Competencia «a lo Marx» y monopolio (I)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn varias ocasiones, en los “Comentarios” del blog, se ha tocado la cuestión de si es correcta la tesis de la preeminencia del monopolio en el capitalismo contemporáneo. La misma fue adelantada por Hilferding, Hobson, Bujarin y Lenin, a principios del siglo XX, y fue adoptada luego por la mayoría de la izquierda. Stalinistas, trotskistas, maoístas, guevaristas, socialdemócratas, nacionalistas de izquierda y radicales izquierdistas de las más diversas tendencias, parecen coincidir en que hacia finales del siglo XIX la concentración del capital habría llegado a un nivel tal que habría producido un cambio cualitativo del modo de producción capitalista: se habría pasado del capitalismo de la libre competencia, al capitalismo monopólico. Desde este enfoque, las explicaciones discurren siempre por los mismos carriles. ¿Por qué suben los precios en Argentina? Respuesta: porque los grupos monopólicos, formadores de precios, suben los precios a voluntad. ¿Por qué suben los precios de los alimentos a nivel mundial? Porque los grupos financieros monopolistas manipulan los mercados de futuros. ¿Por qué sube el petróleo? Porque las grandes empresas petroleras dominan el mercado y establecen los precios. Y así de seguido (aunque algunas preguntas jamás se formulan; por ejemplo, ¿por qué en Japón ha habido fuertes presiones deflacionarias en los últimos 15 años? ¿Acaso porque aquí los monopolios decidieron bajar los precios? Nadie parece preguntarse ni responder. Pero estos son “detalles”). En cualquier caso, el diagnóstico permanece idéntico. El problema es el dominio monopólico.

Debo decir que durante mucho tiempo compartí esta visión. Sin embargo, desde hace años, he cambiado mi postura, influenciado en buena medida por Anwar Shaikh, y otros autores, que han criticado la tesis del dominio monopólico. Esencialmente, sostengo que actualmente la competencia desempeña un rol por lo menos tan importante como en el siglo XIX, y que esto explica por qué las leyes que gobiernan la formación de los precios, presentadas por Marx en El Capital (y otros escritos), siguen siendo válidas. En particular, sigue vigente la ley del valor trabajo, la tendencia a la formación de una tasa media de ganancia y la tesis de que los precios de producción son “centros” en torno a los cuales oscilan los precios de mercado. Pero cuando afirmo esto, es bastante común que se me acuse de adherir a la tesis neoclásica de la competencia perfecta. A fin de despejar esta objeción, y contribuir al debate, en esta nota presento la noción de competencia en Marx, su diferencia con las llamadas “competencia perfecta” y “competencia imperfecta”, y algunas consecuencias que se desprenden con respecto a la tesis del capitalismo monopólico. He dividido la nota en dos partes.

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Written by rolandoastarita

12/10/2012 at 11:39