Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Deudas y «bancarrota del capitalismo»

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Una idea muy extendida en la izquierda y sectores progresistas es que el sistema capitalista sobrevive desde hace décadas gracias al endeudamiento creciente, y se derrumbará por el peso de las deudas. Se piensa que desde 1914 (según otros, desde 1929 o 1970) existe una crisis de sobreproducción, pero que el crédito genera un poder de compra que permitiría realizar las ventas y renovar la producción. Así, la deuda habría permitido el funcionamiento del sistema a lo largo de décadas; en particular, los Estados pudieron financiar las ventas, debido a su elevada capacidad de endeudarse. Sin embargo, continúa la tesis, llegará un punto en que la deuda no podrá seguir creciendo y el modo de producción capitalista entrará en bancarrota. Sonará entonces la hora del colapso final. Una crisis definitiva que estallaría entonces por la exacerbación de la contradicción entre acreedores y deudores (en la versión más popularizada de la tesis, los acreedores es el puñado de magnates financieros; y los deudores son “los pueblos”, incluidos los capitalistas industriosos).

Varias son las objeciones que pueden hacerse a esta tesis. Por empezar, no explica por qué a partir de determinado momento debería ocurrir una crisis de sobreproducción que atravesaría las décadas, o duraría siglos (para una discusión sobre la visión estancacionista, ver Colapso… y Trotsky...). En segundo término, si la tesis es cierta, hay que pensar que existe un grupo de capitalistas dinerarios dispuestos a prestar indefinidamente, durante décadas, sin recibir los pagos de intereses y la devolución de los créditos otorgados. Pero si bien el crédito puede prolongar y extender la producción más allá del poder de compra inmediato (y por eso es una palanca de la sobreacumulación),  no puede hacerlo indefinidamente, durante décadas. Un ejemplo de lo que decimos es la construcción de viviendas en EEUU en los 2000. El crédito financió la sobreproducción de casas, pero cuando los deudores comenzaron a retrasarse en los pagos, o a defaultear, estalló la crisis. Es que en tanto los deudores estén pagando, en algún lado deberán estar generando valor (o plusvalor); pero si hay generación de valor, hay ventas. Algo similar ocurre con la deuda pública. Si el Estado se endeuda, deberá pagar más o menos regularmente los intereses; pero para esto es necesario que en algunos puntos se esté generando valor. Además, superados ciertos umbrales (que se miden en porcentajes de PBI, o algún parámetro similar) los acreedores comenzarán a exigir más intereses, o se negarán a renovar los préstamos.

Varias de estas cuestiones las he planteado en otras notas. Sin embargo, existe otra crítica a la tesis del endeudamiento crónico que llevaría a la “bancarrota” del capitalismo, que se relaciona con la perspectiva histórica. Es que cuando se vuelve la mirada al pasado, se comprueba que lejos de marcar el momento de la bancarrota final del sistema, los defaults han permitido restablecer el curso de la acumulación, a lo largo de prácticamente toda la historia del capitalismo. En este respecto, el trabajo de Reinhart y Rogoff, “Esta vez es diferente”, es muy ilustrativo. Veamos algunos datos, para luego sacar conclusiones.

Una historia plagada de defaults

Reinhart y Rogoff han registrado los defaults de deudas externas de una serie de 66 países: 13 africanos, 18 latinoamericanos, 12 asiáticos, 19 europeos, además de Norte América y Oceanía. De conjunto, representan el 90% del PBI mundial. Lo primero del estudio que salta a la vista es que los defaults de las deudas externas recorren toda la historia del capitalismo. Se suceden casi sin interrupción desde la era en que dominaba el capital comercial y dinerario (formación de los Estados nacionales y el mercantilismo), hasta la actualidad, pasando por todo el siglo XIX (siglo que muchos consideran “tranquilo”). Entre otros casos notables, es de destacar que Francia defaulteó los pagos de su deuda externa 8 veces entre 1558 y 1788. España lo hizo 6 veces entre 1557 y 1647; y Gran Bretaña por lo menos dos veces. Los defaults parecen haber sido tan asimilados que el ministro de Finanzas francés Abbe Terray sostenía, en el siglo XVII, que los gobiernos deberían defaultear una vez cada 100 años, a fin restaurar el equilibrio.  Pero es a partir del siglo XIX que se cuenta con los mayores datos, y países. Desde 1800 a 2006 hubo cinco ciclos o cumbres pronunciadas de cesación de pagos a nivel mundial. El primero, durante la guerra napoleónica, fue tan importante como el de cualquier época posterior; por fuera del período de la Segunda Guerra, solo el pico de la crisis de la deuda de 1980 se aproxima a los niveles de defaults de comienzos de los 1800. El segundo pico va desde los1820 a fines de los 1840; en esos años hubo períodos en los cuales cerca de la mitad de los países del mundo estuvieron en cesación de pagos, incluyendo toda América Latina. El tercer episodio comienza en los primeros años de la década de 1870 y dura unos 20 años. El cuarto arranca en los años de la Gran Depresión de los 30 y se extiende, aproximadamente hasta los inicios de los 1950. En estos años que siguieron ala Segunda Guerra Mundial se produjo el pico más grande en la historia moderna, cuando los países que no pagaban o estaban reestructurando sus deudas representaron el 40% del producto mundial. Esto en parte fue el resultado de defaults que se produjeron durante la guerra, pero también se explica porque hubo países que nunca salieron de los defaults que rodearon a la Gran Depresión de los 30. El quinto episodio se produjo en los 1980 y 1990, cuando las crisis de la deuda de países en desarrollo, en especial en América Latina. Hubo períodos de tranquilidad -en las dos décadas anteriores ala Primera Guerra Mundial, entre 2003 y 2007- pero la regla es que estos períodos son seguidos por nuevas olas de cesaciones de pagos. También se comprueba que desde la Segunda Guerra la duración media del default es la mitad, en promedio, que en el período 1800-1945. En años recientes los defaults están separados por períodos más cortos de tiempo. Una vez que se reestructura una deuda, los países rápidamente vuelven a apalancarse. Considerando los países, desde su independencia al 2006, Argentina defaulteó 7 veces; Brasil lo hizo en 9 oportunidades; México en 8; Venezuela en 10. México, Perú, Venezuela, Nicaragua, República Dominicana y Costa Rica estuvieron en cesación de pagos o reestructurando aproximadamente el 40% de los años transcurridos desde que lograron la independencia hasta 2006. En el siglo XIX España defaulteó 7 veces; es el récord, pero Austria lo hizo 5 veces. Grecia 5 desde 1829, pero más del 50% de los años estuvo en default o reestructurando.

En este marco, no es de extrañar que sean pocos los países que no han defaulteado formalmente. Entre ellos, EEUU, Canadá, Nueva Zelandia, Australia, Bélgica, los países Escandinavos, Hong Kong, Malasia, Corea del Sur, Singapur, Tailandia, Taiwan. De todas formas, hubo países que defaulteraron de hecho. El caso más importante es EEUU. Por ejemplo, al devaluar el dólar en 1933 (de 20 dólares la onza a 33 dólares), EEUU pagó su deuda con moneda depreciada. Algo similar podemos decir de lo ocurrido cuando suspendió la convertibilidad del dólar al oro en 1971; esto para no hablar de su actual política monetaria (véase Endeudamiento...). En definitiva, los defaults seriales constituyen la norma en casi todo el mundo capitalista, y esto se verifica a lo largo de toda su historia.

Crisis, defaults y conclusiones políticas

De lo anterior se desprende una visión bastante distinta de la que acostumbran presentar tanto los neoclásicos como sectores de la izquierda. De acuerdo al esquema de los neoclásicos, el capitalismo tiende siempre al equilibrio y la estabilidad, de manera que las crisis, depresiones y defaults solo pueden ser el producto de políticas gubernamentales equivocadas (típicamente, gobiernos dispendiosos que llevan las deudas a niveles intolerables) o de accidentes naturales. Por otra parte, según algunos sectores de la izquierda, el capitalismo habría conocido una era relativamente próspera y apacible, hasta principios del siglo XX, y a partir de entonces, solo encontraríamos tendencia al estancamiento y acumulación de deudas. Pero los datos parecen indicar que el asunto fue bastante distinto de lo que pintan estos enfoques: toda la historia del capitalismo está marcada por períodos de intensa acumulación, que llevan a la sobreexpansión, empujada por el crecimiento del crédito y el aumento de los flujos de capitales. En este respecto Reinhart y Rongoff encuentran que históricamente olas significativas de incrementada movilidad de capitales son seguidas, a menudo, por serie de crisis bancarias domésticas. Esto se debe a que las fases alcistas son seguidas por crisis de sobreproducción, con violentas caídas de los precios y los valores. La acumulación de deudas por parte de los gobiernos, y su posterior liquidación violenta, no es ajena a esta dinámica. Es que los defaults de las deudas externas de los gobiernos forman parte de las desvalorizaciones de capitales, que acompañan toda crisis (lo que Marx llamaba las “revoluciones de los valores”). El repudio de las deudas o su pago con moneda envilecida, son las vías por medio de las cuales se realizan esas desvalorizaciones. Por esto también, en determinado punto, los representantes del establishment económico admiten que la única salida para restablecer la acumulación del capital pasa por el default y la reestructuración de las deudas. Sucedió en Argentina en 2001 (en EEUU y otros centros había consenso de que no había otra salida) y es lo que se baraja hoy para Grecia.

Digamos también que las consecuencias para la clase obrera de estas reestructuraciones son las “normales” que derivan de toda crisis: las desvalorizaciones del capital van acompañadas del cierre de empresas, del aumento de la desocupación, de la baja de beneficios sociales y pensiones, y del ataque en toda regla a la clase trabajadora y los pueblos. Sobre la base de esta “liquidación” el capital regenera las condiciones para volver a acumular. Por eso la caída del capitalismo no ocurrirá porque no se puedan pagar las deudas, sino por otras contradicciones y antagonismos, más esenciales, vinculados a la acumulación y a la explotación del trabajo por el capital.

Texto citado: Reinhart, C. M. y K. S. Rogoff (2008): “This Time is Different: A Panoramic View of Eight Centuries of Financial Crises”, NBER, April.


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Deudas y «bancarrota del capitalismo»

Written by rolandoastarita

27/09/2011 a 18:33

Publicado en Economía

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22 respuestas

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  1. Muy interesante tu artículo. Pero hay algo que me gustaría saber si podés responder. Acuerdo plenamente con eso de que no hay equilibrio típico del capitalismo. Obviamente también con tu crítica a que las fuerzas productivas ya no se desarrollan y que el capitalismo colapsará por su crisis financiera. Esos dos puntos me parecen importantes. También creo que es muy útil situar la deuda actual en un panorama de largo plazo, entendiendo que los defaults no son nuevos ni excepcionales. Ahora bien, creo que de todos modos hay algunas peculiaridades de la situación presente. Durante los años «dorados» de crecimiento económico en el siglo veinte (fin de la segunda guerra hasta los setenta), el crecimiento económico era mucho más alto, y los niveles de deuda global mucho más bajos (corregime si me equivoco porque de esto último no estoy tan seguro). De los setenta para acá se ha dado una etapa de crecimiento muy lento, con aumento de la deuda pública y privada. Es decir, a mi me parece que en la actualidad el peso del capital financiero es significativamente mayor que en otros períodos. Hoy pareciera que frente a la imposibilidad de capitales privados de pagar sus deudas, los gobiernos salen a cubrir y lo que era deuda privada del capital se convierte en deuda pública. Este endeudamiento luego sirve para presionar en favor de la eliminación del estado de bienestar. Entiendo que, cómo vos decís, existe la posibilidad de que algunos defaults en ciertos paises (Grecia podría ser el caso) permita una reactivacion económica por la via de recomponer la plusvalía. Pero me pregunto si los niveles de deuda que existen hoy no son lo suficientemente excepcionales como para que haya un colapso mundial. No me refiero a un colapso del capitalismo. Es más, creo que tal colapso implicaría un giro a la derecha y una posterior recuperación económica luego de mucha miseria y hasta posiblemente guerras. No se si soy catastrofista…. pero tal cómo leo las cosas, creo que existe la posibilidad certera no de un mero bajón, sino de un default en varios paises claves que genere niveles de quiebras, desempleo y demás que sean totalmente inmanejables. Algo mucho peor que el 30. Entiendo que en otros artículos vos planteas la posibilidad de una crisis, mi pregunta es si no existe hoy un peso demasiado fuerte del capital financiero que podría generar una crisis en escalas nunca vistas.

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    Pablo de Quilmes

    27/09/2011 at 19:35

    • Algunas cuestiones que planteas voy a intentar tratarlas en otras notas. De todas maneras, acerca de la participación del capital financiero, en la entrada «Financiarización y rentabilidad financiera» (16), puse un gráfico que tal vez te interese. Un abrazo a la distancia

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      rolandoastarita

      28/09/2011 at 08:48

  2. Un matiz: entiendo que la burbuja especulativa de los 2000s empezó con la Thatcher y Reagan. Describirla como lo haces aquí, contando solo la última fase degenerada es un error importante: yo cumplí 18 años en 1986 y desde aproximadamente esas fechas, quizá unos años antes, hay especulación inmobiliaria acelerada (en España y USA) y crédito muy fácil (al menos en USA). La cosa ha ido degenerando a más y más descontrolado, totalmente irracional, pero empezó ya entonces.

    Por eso sí que encontramos burbujas especulativas crediticias que duran décadas.

    También creo que bancarrotas en la periferia no son comparables a bancarrotas en el centro (se asume que «las colonias» son más inestables y menos importantes para la estabilidad del sistema en general: no es lo mismo que renegocie la deuda México o Argentina o incluso España, que que lo haga Gran Bretaña, Alemania, Francia o el caso más extremo: los EE.UU.) Por eso creo que hablar de default intermitente casi-continuo sin entrar a valorar las diferencias de importancia en el sistema imperial global es no ser muy sincero con uno mismo.

    En cualquier caso hubo una gran crisis en los años 30, de la que se salió en la posguerra a base de recetas socialdemocrátas (keynesianismo). Y se hizo así por oposición a la URSS-plus y el desafío existencial que suponía no sólo la URSS sino las tendencias revolucionarias que demostraban una fuerza tremenda para un sistema capitalista muy tocado. Lo que pasa es que entonces el dinero lo «prestaba» el propio estado (esto tiene sus complicaciones, sobre todo inflacionarias, pero no es lo mismo que el préstamo privado).

    Este período, casi totalmente restringido a los años 60, es lo que Negri llama algo así como el gran acto de generosidad del Capitalismo. De alguna forma constituye la idea del Capitalismo de la segunda mitad del s. XX pero en la mayor parte del tiempo, y sobre todo a partir de los 80, en forma negativa: como desmantelar el estado de bienestar sin que todo estalle.

    Y crearon la burbuja crediticia.

    Quizá no sea más que otra burbuja crediticia pero quizá sea la última. Yo entiendo que las condiciones del Capitalismo a partir de las crisis de entre 1917-36 y la amenaza real de su continuación en la posguerra (atajada con «socialismo a medias») son críticas: no puede bajar la guardia y permitir una degradación de las condiciones sociales, por lo que tiene que crecer lo bastante rápido como para repartir gruesas migajas. No puede permitirse el lujo de entrar en crisis. Y no lo hizo excepto por el «bajón» en torno al 71, al que se hizo frente a través de la burbuja «Reaganista».

    Ahora, se sienten lo bastante seguros (pero también acorralados por su propia insensatez) como para permitir la crisis e incluso intentar usarla para desmantelar del todo el sistema de migajas. Pero yo creo que que se equivocan: la falta de conciencia de clase les puede ayudar ganando unos años pero la burguesía no parece tener ningún plan para pasado-mañana y la conciencia revolucionaria está creciendo por momentos.

    Lo que no puede haber es defaults ni crisis que duren varias décadas: si eso ocurre el colapso es inevitable.

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    Maju

    27/09/2011 at 20:02

  3. Otro matiz que se hace notar entre quienes comentan la «crisis financiera» en diversos medios, es el que enfatiza el desaforado peso alcanzado por la intermediación financiera en el capitalismo globalizado contemporáneo, señalando que esta característica representa una anomalía que deforma al capitalismo y lo lleva al desastre. Por ningún lado se hace referencia directa a eso que Ud. define como lo central del problema, es decir, aquello que tiene que ver con la explotación como la variable sobre la que gravita el proceso de «caída y mesa limpia» a partir del cual lo más probable es que el capitalismo «global» retome una senda más uniforme de expansión. A pesar de la sofisticación analítica alcanzada por el mainstream de la ciencia económica, en momentos como estos muchas de sus elaboraciones tienen poco qué decir. Una nota de la agencia EFE recoge una opinión del economista Nourien Roubini: «En este punto, el asunto no es saber si habrá una recesión o una recaída, sino si su impacto va a ser relativamente moderado o si se traducirá en una recesión severa y una crisis financiera global».

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    mario

    28/09/2011 at 11:48

  4. Compañero Rolo. La nota me ha resultado explicativa acerca del hecho que el capitalismo no puede morir por deudas. En ese sentido, resulta útil para contrarrestar interpretaciones fatalistas. En efecto, hay una tentación de pensar que el capitalismo perecerá, aún en el marco de la crucifixión del proletario moderno, por el peso monumental de un estado rentista hipertrofiado que no puede sostenerse por el agotamiento de la fuerza de trabajo esclava. La diferencia específica está en la plusvalía y la capacidad del sistema por amplificarla mediante el desarrollo de la productividad social. En otras palabras, las desvalorizaciones masivas de capital, son el mecanismo regenerativo que permite un nuevo salto hacia delante. Creo que esta debe ser la premisa básica del análisis, para excluir la posibilidad de la crisis terminal. La tesis de la financierización, en buena medida, postula la existencia de una mutación, un cáncer que, de no ser extirpado por una revolución victoriosa de los explotados, carcomerá la sociedad hasta el obito. Sin embargo, rechazar la perspectiva de un ‘derrumbe automático’ por deudas u otras vías, no nos exime de analizar las particularidades potencialmente explosivas de la presente crisis y tratar de ponernos de acuerdo. Cuando Marx analizó la crisis de 1847 en Inglaterra, pudo comprobar un fenómeno, en otra escala de magnitud, semejante al actual. El capital ficticio conformado,representaba las nueve décimas partes del total. Analizando algunas cifras actuales, parece ser que al 2007, el capital en derivados alcanzaba los 600 billones de de dólares, frente a un PBI mundial de 58 billones. Un sorprendente parecido. La crisis de 1847 fue superada y la actual también podría serlo, aunque, a costa de una una onda expansiva mucho mayor y consecuencias enormemente más devastadoras. No tengo una estimación más o menos aproximada de cuanto capital redundante se ha incinerado en estos cuatro años, pero dudo que lo necesario para asegurar que lo peor haya pasado, sobre todo, cuando colosales inyecciones de liquidez se han comprometido para sostener los activos financieros declinantes, erosionando el valor de la moneda patrón. Me parece que un nuevo crack es inevitable. Una salida administrada, en los marcos de la ley de la selva que rige la competencia entre capitales y estados, parece poco probable. En última instancia, el asunto pasa por evaluar si el ataque sobre los salarios y el estado de bienestar metropolitano, será suficiente para acompañar una demolición controlada de los valores ficticios. El problema consiste en evaluar la inserción de la actual crisis financiera, con consecuencias reales depresivas, en el marco dela larga etapa de postguerra. Por lo que recuerdo, usted, recusa la teoría de la crisis larga o ‘estructural crónica’ que muchos, entre los que usted se incluye, hemos defendido en el pasado. No tengo una posición cerrada sobre el asunto. Creo que hay fuerte evidencia que avala la existencia de un periodo de alto desarrollo en el medio, aunque más acotado y con tasas de ganancia algo más bajas que las del boom. Aún así, restaría por reconstruir la génesis de la presente crisis en conexión con el agotamiento de este ‘segundo boom’. Me da la impresión que no es posible explicar, más allá de las diferencias de magnitud estimada, la hipertrofia financiera, si no se la conecta con la formación de una sobrecapacidad que opera como trasfondo. Si esto se debe a una ‘tendencia decreciente en la tasa de ganancia’ o a una sobreinversión espasmódica, consecuente a la anárquica competencia, es otra discusión.
    Gracias.

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    AP

    29/09/2011 at 12:28

  5. Saludos

    Sólo quería preguntarte qué opinas de las tesis de Keen. Creo que tiene que ver con la idea que criticas. Parecería que toda la riqueza actual es ficticia, porque está finaciada a cre´dito. Por otra parte las implicaicones polítcas de esta idea son reacionarias, y los trabajaores asumen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

    http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4405

    Desentrañar lo que se esconde en el fetichismo financiero es clave.

    Un saludo

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    Moc

    30/09/2011 at 11:21

  6. Es de agradecimiento la actitud auténticamente científica de Rolando Astarita: analizar la realidad de forma objetiva y no deducirla de «vulgatas» y de interpretación de textos de los clásicos. Ello no le da la razón absoluta a este o aquel análisis concreto de Rolando, de hecho tengo bastantes discrepancias con el, pero cualquiera que conozca los metodos de la ciencia, se dará cuenta que es el único camino para la interpretación de la realidad y su posterior transformación. Es decir: SOCIALISMO CIENTÍFICO. Que algunos lo interpretan de forma dogmática como «aquello que ha dicho Marx, Lenin o Trotsky es ciencia ergo es verdad ergo quien se oponga a ello es un «agente de la burguesía».

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  7. la ciencia, más que verdades debe generar acuerdos, consensos, aunque sean mínimos. Un mismo aspecto de la realidad puede verse de distintas formas, pero en algo deben concordar quienes discrepan; si no, la ciencia sirve para muy poco.

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    mario

    30/09/2011 at 21:50

    • No acuerdo con tu punto de vista. Algo de esto he discutido en la nota sobre Althusser, donde defiendo el criterio del realismo epistemológico. Pongo un ejemplo: los nazis sostienen que lo del holocausto es un invento, una construcción propagandística. Es imposible que haya «concordancia en algo» entre esta tesis, y lo que puede decir un sobreviviente de un campo de concentración nazi. La ciencia no tiene por qué buscar acuerdos entre la afirmación del nazi y la de la víctima, sino determinar cuál es la verdad.

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      rolandoastarita

      01/10/2011 at 09:35

  8. hay un error en el parrafo que sigue deberia decir «acreedores» ; Además, superados ciertos umbrales (que se miden en porcentajes de PBI, o algún parámetro similar) los » DEUDORES» comenzarán a exigir más intereses, o se negarán a renovar los préstamos. SALUDOS

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    ALE

    01/10/2011 at 16:03

  9. Te hicieron un reconocimiento en Página 12:
    http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-178452-2011-10-08.html
    y la televisión ¿para cuándo?jaja

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    Omar

    08/10/2011 at 11:14

    • La saco A . Zaiat – el de canal 7 – el sabado 8 en pagina k

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      ALE

      09/10/2011 at 17:20

    • ALE, dejá de «trollear» y remitite a los arguementos

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      Aikido

      09/10/2011 at 20:01

    • Y se supone que esto demuestra… ¿Qué?

      Cuando las posiciones son tan absolutamente divergentes que no es posible establecer un minimo de punto en comun, intentar un debate es esteril. ¿Porque sigue insistiendo?

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      09/10/2011 at 22:56

  10. Desde el marxismo siguen criticando al sistema bancario capitalista sin advertir que el mismo es un sistema de planificación central propio del Manifiesto Comunista de Marx. Si algo falla en el sistema actual (capitalsta o no), es el sistema de banca central, que nuevamente nos ha dejado envueltos en una enorme crisis. Lo que necesitamos es más capitalismo, no menos. Lo único no-capitalista que tiene este sistema, es lo que ha provocado la crisis. http://www.materiabiz.com/mbz/economiayfinanzas/nota.vsp?nid=40019

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    Adrian Ravier

    29/10/2011 at 12:53

    • El sistema del banco central no tiene que ver con un proyecto socialista. Se discute si sirve, o no, para la mejor defensa del sistema capitalista. De todas formas, las crisis capitalistas (con sus secuelas de desocupación y destrucción de fuerzas productivas) han existido con independencia de que existieran, o no, los bancos centrales. Por caso, la Reserva Federal solo comienza a funcionar en 1913, y las crisis existían desde mucho antes.

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      rolandoastarita

      29/10/2011 at 13:54

    • La «perversión» de lo público para apoyar al capital privado mediante transferencias y regulaciones arbitrarias no es «socialismo», no más que nacionalizar una empresa estratégica, sanearla con dinero público y luego, en vez de mantenerla al servicio de lo social, colectivizada con una u otra fórmula, venderla a bajo coste, una práctica que han usado liberales, fascistas y pseudo-socialistas bernsteinianos (social-demócratas, keynesianistas).

      Esto es lo mismo pero ya ni siquiera se expropia aunque sea de forma breve. Y no es sino un síntoma de cómo funciona el estado bajo la dominación burguesa de clase, como se pervierte lo social a favor de intereses privados de clase.

      Los liberales (en USA «libertarios») gozan con esta falacia: el Capital parasita al estado para sus fines y ellos acusan al estado (y por extensión a todo proyecto colectivista) de tener la culpa de los males del capital, obviando siempre que se trata de un estado 100% capitalista y 100% al servicio de los intereses de clase de la oligarquía, el por fin infame 1%.

      No es mas que propaganda del sistema, como siempre jugando a «poli bueno, poli malo».

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      Maju

      29/10/2011 at 15:23

    • típico argumento superficial y falso de los economista de la escuela austriaca. No resiste el mas mínimo contraste con la realidad, puesta que ha sido refutado muchas veces. ¿Y a esta corriente económica se la llama ciencia?

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      javier

      10/05/2012 at 14:57

  11. Todo cambia, y la economía capitalista también. Por eso , la división entre capitalistas y obreros solamente, creo que no refleja la realidad actual del capitalismo. Es evidente el crecimiento enorme de una clase parasitaria y rentista , que vive de la especulación financiera. Ahí la visualisación de la plusvalía se vuelve más abstracta, semi oculta en el producto social. Entonces hay que desenredar todo lo concerniente a la multiplicación del dinero que no crea valor, pero si formas perversas de extraer valor no solamente a los obreros en relación de dependencia directa, sino a toda la sociedad en su conjunto. Para decirlo en términos burdos «robaos los unos a los otros» es la norma que el sistema persigue. Ya no es solamente robar al trabajador. Por supuesto, el trabajador sigue siendo el principal perjudicado, pero está dentro de una telaraña que es necesario desenredar. El trabajador genera plusvalía que es repartida entre una gran variedad de parásitos que hay que estudiar. Opino que hay que investigar más.

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    • En «Valor, mercado mundial y globalización», y en otros textos, he criticado la idea de que el capital financiero pueda «vivir de la especulación financiera». No hay manera de que el capital financiero, de conjunto, viva de la especulación. Esta idea, que han difundido ampliamente algunos marxistas, como Chesnais, no tiene forma de sustentarse. Para que exista valorización financiera debe haber producción de plusvalía, esto es, trabajo productivo. Por otra parte, a nivel global, la clase obrera explotada por el capital es mayor (en términos absolutos y relativos) que en la época en que escribió Marx. Por supuesto, aquí por clase obrera no hay que entender sólo al obrero industrial.

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      rolandoastarita

      24/01/2012 at 11:45

  12. hola como están me falto entender por que Argentina no es deudor mundial sino que en realidad es acreedor mundial, todavía no tengo muy claro ese razonamiento, gracias saludos.

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    Elneohistoriador Outsider

    28/04/2022 at 02:40


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