Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Sobre salario, desempleo e inflación (3)

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Salarios, desempleo e inflación en los poskeynesianos

 Si bien existen puntos de contacto entre el planteo de los nuevos keynesianos y el de los poskeynesianos, en particular en lo que respecta a la importancia del conflicto distributivo en las causas de la inflación, sus enfoques difieren en aspectos sustanciales. Es que a  diferencia de los nuevos keynesianos, los poskeynesianos ponen el énfasis en la demanda como determinante del empleo, y en una distribución del ingreso más igualitaria para impulsar la demanda. Por eso, el enfoque poskeynesiano tiene puntos de contacto con el subconsumismo tradicional (véase Bleaney 1977, para una descripción). Recordemos que el subconsumismo plantea que es posible un desarrollo armónico del capitalismo, en el que los salarios elevados dan lugar a una demanda elevada, y esta facilita la rentabilidad del capital, que garantiza la continuidad de la inversión. Con matices, los keynesianos de izquierda sostienen, en sustancia, el mismo enfoque. Por eso sus tesis encajan en el reformismo burgués y otras variantes reformistas (socialdemócratas, sindicalistas burgueses, nacionalistas de izquierda, y similares). El ideal, como lo explicitaba Keynes, es reformar al modo de producción capitalista sin afectar sus raíces, la propiedad del capital.

Sin embargo, al mismo tiempo que los poskeynesianos destacan el rol de la distribución del ingreso y los beneficios del pleno empleo, no pueden dejar de señalar el rol que cumple la desocupación en el conflicto entre el capital y el trabajo. Por eso el análisis del enfoque poskeynesiano pone en evidencia las contradicciones que atraviesan al reformismo burgués en torno a la desocupación, los salarios y la inflación. Es la cuestión que trato en esta parte de la nota. A fin de desarrollar el punto, comienzo reseñando la crítica, justamente famosa, de Galbraith a la NAIRU; sintetizo luego el meollo de la problemática poskeynesiana, a través de dos textos clásicos sobre el empleo, de Joan Robinson y Michael Kalecki, para finalmente presentar planteos más recientes, la naturalización de la relación capitalista y la admisión de una NAIRU poskeynesiana.

La crítica Galbraith de la NAIRU

Una de las críticas más conocidas de los poskeynesianos a la NAIRU es la que hizo James Galbraith en los años 1990. En ese escrito Galbraith sostiene que la curva Phillips, sobre la que descansa el argumento de Friedman, es una mera relación estadística, sin justificación teórica. Luego, y en línea con la tradición de Keynes, cuestiona la existencia misma del mercado de trabajo neoclásico, ya que los trabajadores no tienen forma de fijar sus salarios en términos reales, debido a la interdependencia entre los salarios monetarios y el nivel de precios, que no controlan. Por eso, la curva de oferta de trabajo neoclásica no tiene sentido, y por lo tanto, tampoco tiene sustento el modelo de mercado laboral de Friedman. También de acuerdo a la tradición keynesiana, Galbraith sostiene que el nivel de empleo no se fija en el mercado laboral imaginado por los neoclásicos, sino depende del nivel de la demanda del producto. Además, la NAIRU de largo plazo tampoco puede ser guía para una política macroeconómica, debido a la cantidad de factores que inciden en ella: la información puede ser asimétrica, puede existir competencia monopólica, hay relaciones no lineales, incluso caos. Todo esto se inscribe en la idea keynesiana de que el futuro es, de hecho, impredecible.

En cuanto al aspecto empírico, Galbraith argumenta que los datos entre 1960 y 1996 mostraban, en promedio, una relación muy débil entre niveles de desempleo e inflación, con muchos movimientos horizontales de la curva Phillips. Por ejemplo, durante las primeras etapas de las recesiones efectivamente disminuía el nivel de inflación, aunque el desempleo permaneciera relativamente bajo; pero luego niveles adicionales de desempleo agregaban muy poco a la caída de la inflación. Además, cuando los estudios partían de una NAIRU fija, las estimaciones tenían grandes errores estadísticos; y cuando se permitía variar la tasa natural, esta se desplazaba de manera considerable. Las reestimaciones, continuaba Galbraith, la mayor parte de las veces parecían respuestas a anteriores fracasos de las predicciones; y tampoco existía una explicación del porqué de las variaciones. Ante estos problemas, cabía preguntarse qué sentido tenía utilizar el índice de un supuesto equilibrio de largo plazo cuando ese índice estaba variando continuamente; ¿dónde estaba el largo plazo?

Galbraith concluía que la incertidumbre y los desacuerdos entre los mejores economistas que trabajaban en el tema, y el hecho de que la inflación en EEUU no se hubiera acelerado en los años 1990 a pesar de la superación de la NAIRU, ponían en evidencia la inconveniencia de utilizar la tasa natural de desempleo como guía para las políticas económicas. Agreguemos que en las últimas dos décadas la situación teórica de la NAIRU no ha mejorado. Lo cual no impide a algunos economistas decir que “la gente seria” no discute siquiera la validez de la NAIRU.

 Poskeynesianismo “clásico”

 Vayamos ahora al meollo del planteo poskeynesiano. Tomamos como referencia los artículos de Joan Robinson, “The Problem of Full Employment”, escrito en 1943 para la Worker’s Educational Association; y el de Kalecki, “Political Aspects of Full Employment”, también de 1943, publicado en Political Quarterly.

La idea clave que recorre el trabajo Robinson es que la demanda -esencialmente el gasto en consumo e inversión- gobierna la producción y por lo tanto determina el empleo que ofrecen los empresarios. Es la idea de Keynes de que el mercado laboral está regido por el principio de la demanda efectiva; la tradición poskeynesiana de Cambridge, además, es crítica de la tesis que dice que los salarios se igualan a la productividad marginal del trabajo.

Por otra parte, continúa Robinson, una distribución más igualitaria del ingreso ayuda a la demanda, ya que el deseo de acumular mediante el ahorro limita la demanda de consumo, y los sectores más pobres tienen menor propensión al ahorro. Por el contrario, un exceso de ahorro puede generar desempleo. En este último caso, la brecha de demanda (y empleo) podría cubrirse con el gasto de inversión de las empresas; sin embargo, la inversión es inestable porque es cada vez menos rentable a medida que se van satisfaciendo las necesidades de la población en materia de viviendas, ferrocarriles y otro tipo de bienes o infraestructura (una idea que también está en la Teoría General de Keynes). Por eso, las empresas restringen la inversión, lo que afecta negativamente -por vía del multiplicador- el ingreso. En consecuencia, la falta de oportunidades de inversión genera una tendencia al estancamiento y el desempleo crónicos, cuya causa última, por lo explicado, es la distribución desigual del ingreso.

La solución sería entonces aumentar los salarios, en coincidencia con el programa de los sindicatos. Sin embargo, Robinson es consciente de que el aumento de los salarios provoca el aumento de los costos de las empresas, lo cual lleva al incremento de los precios, que se forman por recargo sobre los costos. El resultado es que el salario real no aumenta, y la mejora del ingreso fracasa. Por eso el pleno empleo genera una tendencia a la inflación, que puede desembocar en una espiral inflacionaria, con efectos negativos sobre los que tienen ingresos fijos. En este marco, y después de analizar varias soluciones alternativas, Robinson concluye que la salida es planificar la inversión, aunque no especifica el grado de esa planificación ni el método para llevarla a cabo. Al mismo tiempo, Robinson sabe que en el capitalismo el desempleo sirve para reforzar la autoridad del capitalista frente a los trabajadores. Por eso reconoce que los empresarios consideran necesario un cierto monto de desempleo.

En Kalecki (1972) el problema es similar. Sostiene que el pleno empleo puede asegurarse mediante un programa de gasto estatal, que propone subvencionar con deuda, no con impuestos. El aumento de la demanda logrado por esta vía no generaría inflación en la medida en que fuera respondido por aumentos de la producción; en cualquier caso, si la demanda superara a la oferta disponible, la inflación le pondría freno. A su vez, el pleno empleo provocaría aumentos de salarios, pero esto no afectaría a las ganancias de las empresas (ni a sus inversiones), ya que los mayores costos se trasladarían a precios, y las ganancias aumentarían con el incremento de la demanda. Los únicos perjudicados serían los rentistas. En consecuencia, no habría obstáculos económicos para alcanzar el pleno empleo. ¿Por qué no se logra? La respuesta de Kalecki es que se interponen obstáculos políticos: los empresarios no quieren que el Estado intervenga en la economía porque defienden el laissez faire: y rechazan los subsidios a los pobres porque debilitan la moral del trabajo (“te ganarás el pan con el sudor”). Sin embargo, y más importante, los capitalistas no desean el pleno empleo porque debilitaría la posición social del patrón, a la par que crecería la seguridad y conciencia de clase de los trabajadores, y se potenciarían las huelgas por aumentos de salarios y mejoras laborales, creando tensión política. Por eso Kalecki concluye que un capitalismo de pleno empleo debería desarrollar nuevas instituciones políticas y sociales para reflejar el poder de la clase obrera, y si no pudiera hacerlo, se revelaría como un sistema obsoleto, que debería ser desechado.

 Contradicciones inherentes al planteo

 Los trabajos de Robinson y Kalecki reseñados permiten abordar el centro de los problemas del reformismo poskeynesiano. Observemos que en primer lugar está la relación entre el salario, el beneficio y los precios. Según el enfoque keynesiano, dado el costo salarial, el beneficio surge por un “recargo” que depende de la demanda. Esto significa que la ganancia es alta si la demanda es alta, y para esto ayuda una distribución igualitaria del ingreso, y salarios altos. ¿Pero qué sucede con la relación salarios – beneficios? ¿No pueden los salarios elevados ahogar los beneficios, y con ello la inversión? Estamos en el meollo del problema. Como vimos, Kalecki salva la cuestión diciendo que las ganancias pueden conservarse si suben los precios; pero para esto apela a un tercer sector, los rentistas, que serían los únicos perjudicados en un escenario de aumento de precios, salarios y ganancias empresarias. No parece ser una explicación lógica, ya que los capitalistas dinerarios constituyen una fracción de la clase capitalista total, y como tales, participan de las ganancias del conjunto. Por eso, si la suba de salarios disminuye las ganancias, el efecto recaerá toda la clase capitalista. Pero un desarrollo teórico en esta dirección induciría a alguna teoría de la explotación del trabajo, cuestión que ni siquiera es explorada por los poskeynesianos.

En cuanto a Robinson, se da cuenta de que la suba salarial puede dar lugar a una espiral ascendente de precios y salarios, con la consecuencia de que los salarios reales no mejoran (y para colmo hay inflación). Es la explicación poskeynesiana de la inflación por el conflicto distributivo. Robinson también es consciente de que no hay posibilidades de garantizar, a través de los aumentos de salarios, la inversión que debería llevar al pleno empleo, ya que los aumentos de salarios afectan el costo de las empresas. Por eso, si los precios no compensan el incremento de los salarios, se afectaría la ganancia; pero si suben los precios, los salarios en términos reales no aumentan, y la demanda, que es la clave del nivel del empleo, no mejora. En los cuernos de este dilema se evidencia un problema irresoluble para el reformismo burgués keynesiano. Enfrentada a la cuestión, Robinson propone la planificación estatal. Estamos en los límites mismos del reformismo burgués, que quiere abolir los males del sistema capitalista sin acabar con el sistema capitalista.

La misma problemática también aparece por el lado de las relaciones productivas al interior de la empresa. Es que Robinson y Kalecki son conscientes del rol del desempleo en el sistema capitalista: es un arma del capital para disciplinar al trabajo. Por eso, en el límite, Kalecki termina admitiendo que el pleno empleo exigiría una transformación radical del sistema capitalista. Pero esa transformación radical, de hecho, no puede llevarse a cabo sin afectar de manera decisiva los derechos de propiedad del capital. Llegado a este punto, en que asoma nuevamente el abismo de la transformación revolucionaria, tampoco Kalecki avanza.

 Los poskeynesianos actuales

 Si bien los poskeynesianos del presente están bastante lejos de los planteos “peligrosos” del estilo de Kalecki y Robinson de la década de 1940, son críticos de la tesis monetarista y retienen la tesis que dice que la inflación es el resultado del conflicto distributivo. Davidson (1991), un referente del poskeynesianismo actual, es muy claro al respecto: el alza continuada y acelerada de los precios, sostiene, es el síntoma de la lucha en torno a la distribución del ingreso. Según este enfoque, cuando las participaciones del salario y los beneficios reclamadas por el trabajo y el capital superan el producto nacional, el conflicto se resuelve con el alza de los precios, lo cual provoca más alzas de salarios, y nuevas alzas de precios. “En un mundo de grandes sindicatos, grandes corporaciones, multinacionales, carteles internacionales y grandes grupos de presión tales como granjeros, maestros, personas mayores, y similares, cada una de estas poderosas entidades puede, y normalmente lo hacen, tratar de ejercer presión a través del mercado o política para aumentar su ingreso a expensa de otros. Los poskeynesianos sostienen que la existencia de una inflación continua en cualquier sociedad encierra alguna redistribución del ingreso real desde los grupos de una economía más débiles a los más poderosos, y a sus socios comerciales” (p. 91).

Por lo tanto, el crecimiento de la masa monetaria, a la inversa de lo que dicen los monetaristas, sería una consecuencia de esa espiral de aumentos de ingresos y precios. Es que los bancos se ven obligados a proveer el financiamiento a las empresas para satisfacer los costos monetarios crecientes (contra lo que afirman los monetaristas, la creación del dinero es endógena, según el enfoque poskeynesiano). Una explicación similar encontramos en Pollin (2000). Analizando la política de la época de Clinton, sostiene que la caída de la inflación (y de la NAIRU) se debió, en lo esencial, a cambios en la relación de fuerzas entre el capital y el trabajo (aunque también a la mayor integración de EEUU en la economía mundial). Esos factores también explicarían que las ganancias salariales fueran menores que las de la productividad.

Por otra parte, y también en la tradición de Cambridge, los poskeynesianos subrayan que la curva de demanda de trabajo depende del nivel de la demanda efectiva, la cual a su vez está influenciada de manera decisiva por los gastos y la inversión del gobierno. Por lo tanto, y en oposición a lo que dicen los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial) y el establishment, Davidson sostiene que las bajas salariales no pueden generar aumento del empleo, a menos que aumenten la demanda efectiva.

 Naturalización de la explotación…

 Debido a que los poskeynesianos adoptan una posición crítica hacia el monetarismo, a veces sus planteos son tomados como críticas al sistema capitalista. Lo cual alimenta la noción de que existe algo así como una teoría económica “heterodoxa”, en la cual coincidiríamos los marxistas y la mayor parte del keynesianismo de izquierda. Pero nada más alejado de la realidad. Los enfoques del marxismo y del poskeynesianismo se oponen en lo esencial: el primero es crítico del capitalismo porque considera que es un modo de producción basado en la explotación del trabajo; el segundo solo busca algunas reformas, y no cuestiona el origen del beneficio (o de la renta).

Esta divergencia no puede no manifestarse en los debates sobre el nivel de empleo, los salarios y los precios. Tengamos presente que la tesis de la curva Phillips, en su versión más general y tradicional, sostiene: a) que cuando baja la desocupación los salarios nominales tienden a aumentar (e inversamente); y b) que cuando baja el desempleo aumentan los precios (o se acelera la inflación) porque la suba de salarios se traduce inevitablemente en aumento de precios (e inversamente).

Pues bien, la segunda afirmación de la tesis de la curva Phillips está en el centro de la aceptación a-crítica de las ganancias del capital (también de la renta de la tierra y el interés). Es que habría un nivel “lógico” de ganancia, que los trabajadores deberían aceptar. Davidson lo pone negro sobre blanco en su libro. Allí explica que el PBI puede considerarse como una gigantesca torta “cocinada o producida por el esfuerzo combinado de trabajadores, propietarios y empresarios. Cada contribuyente a la producción de esta torta recibe, en pago de sus esfuerzos, una suma de ingreso monetario. El tamaño de la porción reclamada depende del precio del servicio productivo que ha proveído” (p. 88). De aquí se desprende que si alguna de las partes quiere apropiarse de una porción mayor, se desatará la inflación. Notemos que es difícil distinguir esta tesis de la explicación vulgar de la teoría neoclásica (cada parte tiene lo que merece, vía productividad marginal). En otras formulaciones poskeynesianas, se sostiene que la ganancia surge de un “recargo” o mark up. Pero este nunca se justifica teóricamente. Como explicaba Marx, ninguno de los economistas que sostenían que los salarios regulan los precios porque la ganancia y la renta son simples adicionales de porcentajes a los salarios, era capaz “de vincular los límites de esos porcentajes a una ley económica cualquiera” (“Salario, precio y ganancia”). El panorama no ha cambiado con los poskeynesianos actuales.

En consecuencia, el planteo poskeynesiano termina naturalizando una determinada distribución del ingreso (en términos marxistas, una tasa de plusvalía) que nadie podría cuestionar seriamente sin desatar una carrera inflacionaria. “Si los salarios monetarios aumentan en relación a la productividad del trabajo, entonces deben aumentar los costos laborales por producir. En consecuencia, las empresas deben aumentar sus precios de venta si han de mantener la rentabilidad y viabilidad” (Davidson, p. 117). Pero dado que además los salarios son claves para sostener la demanda, Davidson termina proponiendo una conciliación entre el capital y el trabajo a través de la política impositiva. Sugiere por eso aplicar un impuesto a las empresas que concedan aumentos salariales por encima del crecimiento de la productividad. Es la alternativa a la “bárbara” política antiinflacionaria de los monetaristas. Se trata, según Davidson, de aplicar las políticas civilizadas y favorables a la comunidad con las que soñaba Benjamin Franklin. Con variantes, este ideal de conciliación entre explotadores y explotados a través de la acción del Estado (colocado por encima de las clases) la encontramos en todos los programas keynesianos reformistas estatistas.

…y una NAIRU poskeynesiana

 El razonamiento poskeynesiano, como no puede ser de otra manera, desemboca en la incorporación de una NAIRU, esto es, en la aceptación de la afirmación (a) -véase más arriba- de la tesis de la curva Phillips. Es que, como explica Stochammer (2008), una menor demanda efectiva significa mayor desempleo y más capacidad ociosa de las empresas, lo cual debilita las posiciones del capital y el trabajo, dando lugar a una caída de la inflación. Por lo tanto, debe existir un nivel de desocupación lo suficientemente elevado como para que la inflación sea constante. En consecuencia, y en palabras de Stochammer, “el modelo poskeynesiano también exhibe una NAIRU”. Aunque aquí el énfasis sigue estando en la demanda. Por esto, dado que la demanda influye en el nivel de empleo, la NAIRU es endógena a mediano plazo, y puede ser modificada con políticas estatales de aliento a la demanda, siempre según Stochammer. También una mayor participación de los salarios incide en la NAIRU, al alentar la demanda. Sin embargo, no especifica cuál es el límite de esta mejora del ingreso, ni la compatibiliza con la idea de que los aumentos de salarios se trasladan a precios. Se repite así el razonamiento de Robinson de los 1940, aunque sin aludir casi a las contradicciones implicadas en este programa reformista.

 Bibliografía citada:
Bleaney, M. F. (1977): Teorías de las crisis, México, Nuestro Tiempo.
Davidson, P. (1991): Controversies in Post Keynesian Economics, Aldershot, Inglaterra y Vermont, EEUU.
Galbraith, J. (1997): “Time to Ditch the NAIRU”, Journal of Economic Perspectives, vol. 11, pp. 93-108.
Kalecki, M. (1972): “Political Aspects of Full Employment”, E. Hunt y J. Schwartz (editors) A Critique of Economic Theory, Middlesex, Inglaterra, pp. 420-430.
Keynes, J. M. (1986): Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, México, FCE.
Marx, K. (1865): “Salario, precio y ganancia”, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/65-salar.htm.
Pollin, R. (2000): “Anatomy of Clintonomics”, New Left Review, may-june, http://newleftreview.org/II/3/robert-pollin-anatomy-of-clintonomics.
Robinson, J. (2009) “The Problem of Full Employment”, 2009, Langer Chicago,  http://sites.roosevelt.edu/glanger/files/2012/12/Robinson-on-the-Problem-of-Full-Employment.pdf.
Stockhammer, E. (2008): “Is the NAIRU theory a Monetarist, New Keynesian, Post Keynesian or a Marxist theory?”, Metroeconomica, vol. 59, pp. 479-510.

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Written by rolandoastarita

28/09/2014 a 16:47

4 respuestas

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  1. ¡Muy buena nota! Tengo una duda: ¿Cuál sería la propuesta antiinflacionaria del marxismo? ¿O eso es contradictorio, puesto que hablar de una propuesta antiinflacionaria sería una propuesta para sostener el sistema capitalista?

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    Pablo

    28/09/2014 at 18:55

  2. Buenísima la nota, explica claramente y con precisión los términos del debate que HOY NOS AFECTA, sobre cuando el Ministro de Economía dice ser un «ortodoxo keynesiano»…
    Gracias, y que siga el debate…

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    martinrosberg

    30/09/2014 at 11:20

  3. Rolo, te dejo la versión en español de un trabajo que publiqué en la revista Weekly Worker sobre el Reino Unido desde 1855 (puede servir además viendo que la famosa Curva la establecieron con datos de la economía británica). En las páginas 5-6 principalmente me ocupo de la relación tasa de ganancia, acumulación y tasa de desempleo en el marco de los ciclos, con datos para Reino Unido 1855-2009:

    «- La tasa de acumulación suele cambiar sus tendencias de corto plazo con posterioridad a los cambios en la tasa de ganancia. Una vez que esta última alcanza un pico y empieza a descender, la tasa de acumulación se mantiene en crecimiento o en niveles relativos altos, lo que puede estar indicando que ante un cambio en la rentabilidad general los capitalistas profundizan su esfuerzo inversor en la competencia hasta que la consolidación del descenso de la tasa de ganancia termina afectando a la tasa de acumulación. En cambio, cuando la rentabilidad comienza a elevarse la tasa de acumulación también muestra un retardo en acompañar ese incremento, probablemente porque en dichas situaciones existe también capacidad instalada ociosa. –

    – El incremento de la tasa de desempleo se encuentra fuertemente relacionado con la tasa de ganancia de los capitalistas. Como puede observarse en el gráfico, ante cada descenso de la última, la superpoblación relativa o el ejército industrial de reserva se incrementan. Pero en realidad es una relación mediada por la tasa de acumulación. Conforme esta se incrementa al interior de cada ciclo, la tasa de desempleo se reduce. Sin embargo en cada ciclo ascendente de la tasa de acumulación, y antes de llegar a su punto máximo, el ritmo de crecimiento del empleo comienza a caer al tiempo que se profundiza el esfuerzo inversor para imponerse en la competencia por medio de la mecanización. Una vez que se consolida el descenso de la tasa de ganancia, la tasa de acumulación reacciona ingresando en una fase descendente en la que la destrucción neta de empleos dispara la tasa de desocupación, ampliándose la superpoblación relativa como factor contrarrestante que ejerce presión sobre las demandas y niveles salariales de los ocupados.»

    El segundo gráfico con promedios quinquenales es muy claro (todos son datos oficiales salvo la distribución que utilicé las series de Piketty).

    https://www.academia.edu/7875591/Maito_Esteban_Ezequiel_-_Y_sin_embargo_se_mueve_hacia_abajo_La_tendencia_descendente_de_la_tasa_de_ganancia_en_el_Reino_Unido_1855-2009_

    Saludos

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    Esteban Maito

    01/10/2014 at 03:20

  4. ¡Cómo aprecio tu claridad y tu lógica, Rolo! Como no soy economista la aprecio mucho más.

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    Inés Izaguirre

    01/10/2014 at 14:27


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